SERVUS HISPANIARUM REGIS



jueves, 23 de enero de 2014

EL ALMIRANTE ALEKXANDR KOLCHAK (II)

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Sello de correos del Gobierno de Kolchak con el lema: "Por Rusia unida- Kolchak, Gobernante Supremo de Rusia"
Para ganarse el favor de los Aliados y de la opinión pública extranjera, la dictadura de Kolchak mantuvo una continua propaganda a favor de la democracia, de escasa credibilidad en la zona. También como gesto hacia los Aliados, el nuevo régimen se comprometió al pago de la enorme deuda exterior rusa, que había sido rechazada por el Gobierno bolchevique. La misión militar británica se convirtió en uno de los pilares fundamentales del nuevo régimen siberiano de Kolchak.
El general Knox quedó como responsable de las unidades de la retaguardia mientras que el general francés Maurice Janin mandaba las tropas extranjeras del frente. Los británicos se convirtieron en el primer suministrador de armas y dinero para el régimen de Kolchak.
Los 8000 soldados estadounidenses en Siberia tenían orden de ser estrictamente neutrales con respecto a los «asuntos internos de Rusia», limitándose a mantener el funcionamiento del ferrocarril transiberiano en el Lejano Oriente. El comandante estadounidenses, William S. Graves, sentía desagrado por el gobierno de Kolchak, al que consideraba reaccionario y autocrático, una opinión compartida por el presidente norteamericano Wilson. A pesar de los recelos hacia la dictadura de Kolchak, los estadounidenses le enviaron armamento y le concedieron créditos, pero no reconocieron oficialmente su Gobierno.
Archivo: Kolchak cocinero suprême de la Russie.jpg
Fotografía del Almirante Kolchak como Gobernante Supremo
En aquel momento, cerca de 100.000 soldados aliados se encontraban en Siberia, oficialmente enviadas para ayudar a la Legión Checoslovaca a restablecer el frente oriental contra los Imperios centrales, pero en la práctica para luchar contra el Gobierno Soviético.La Legión Checa y las misiones militares británica, estadounidense, italiana y francesa defendían la retaguardia de Kolchak y mantenían abierta una ruta de suministro de 6.400 kilómetros, desde Vladivostok a Omsk, a lo largo del Transiberiano. Kolchak nunca aprobó el reparto de las zonas de vigilancia por los Aliados, pero no se opuso con firmeza a ella porque era una vía de abastecimiento esencial para su gobierno y los Aliados garantizaban su funcionamiento.
A finales de 1918, Kolchak envió al antiguo primer ministro liberal del Gobierno Provisional Ruso el príncipe Georgi Lvov, como representante de su Gobierno, para tratar de obtener el reconocimiento internacional por parte de los Aliados, sin éxito. Los Aliados, sin embargo, sí sostuvieron a Kolchak militarmente con amplios suministros: en los seis primeros meses de 1919, el Ejército Blanco del almirante obtuvo de los Aliados un millón de fusiles, 15.000 ametralladoras, 700 cañones, 800 millones de cartuchos, ropa y equipo militar para medio millón de hombres, aunque es difícil saber qué proporción de ese material acabó llegando al frente. La munición entregada a Kolchak en este periodo equivalía a la producción soviética para todo el año.
Más allá de su fachada constitucional, la dictadura de Kolchak abandonó cualquier intento de democracia o libertades, impidió que el Consejo de Ministros heredado del Directorio ejerciese control alguno sobre las tareas de gobierno y entregó el poder al Ejército, que se mostró, al contrario de lo esperado por sus defensores, como deshonesto e incapaz, utilizando este poder para crear feudos y llevar a cabo una especie de venganza personal sobre los que consideraba culpables de la pérdida de sus antiguos privilegios. El nuevo jefe del Estado Mayor, el joven coronel Dmitri Lébedev, extendió poco a poco el control de los militares por los territorios dominados por Kolchak y se infiltró en la administración. El Estado Mayor, con un personal cada vez más numeroso, empleaba a miles de oficiales que rehuían el frente y se entregaban a inútiles trabajos en comités diversos de nulo resultado. La camarilla de Kolchak, reunida informalmente en el Consejo del Gobernante Supremo, cobró una importancia política creciente y arrinconó al Consejo de Ministros, que fue perdiendo progresivamente influencia durante la primera mitad de 1919.
La apariencia democrática era necesaria para lograr el apoyo de los Aliados, fundamental para lograr el reconocimiento oficial como Gobierno de Rusia (que finalmente no obtuvo), conseguir participar en la Conferencia de Paz de París, seguir obteniendo armamento y abastos para su lucha contra el Gobierno soviético y controlar las actividades desestabilizadoras de Japón en el Extremo Oriente Ruso. Kolchak, con escasas simpatías por la democracia, se negó a contemplar la convocatoria de elecciones para la futura asamblea constituyente hasta después de la guerra, o a aceptar que participasen en ella formaciones socialistas.
La mayoría del gabinete era del partido Kadete bien oficial u oficiosamente, como lo era el programa de gobierno y la ideología del régimen. La cercanía del almirante con los kadetes se debía en parte a su experiencia política, de la que él carecía, y a compartir el ideal de una gran Rusia. Con los reveses militares en el verano de 1919 se acentuaron además tres características en su gobierno, habituales en el pasado: el chauvinismo, la xenofobia y el antisemitismo, utilizados como justificación de sus errores.
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Billete de 100 Rublos del Gobierno Ruso de Kolchak
Las victorias militares del invierno de 1919 retrasaron la promulgación de legislación, especialmente la social, hasta la primavera, dada la concentración del Gobierno en los asuntos militares y su renuencia a tratar temas controvertidos en el Movimiento Blanco. Las leyes aprobadas finalmente en este ámbito en la primavera fueron incompletas, contradictorias y provisionales.
La propaganda de los soviéticos terminó siendo más efectiva que la del régimen de Kolchak, que daba una impresión reaccionaria y favorable a la restauración del antiguo reǵimen zarista.
La relación con el campesinado fue mala por la incapacidad de la administración de exponer de forma clara su postura sobre la propiedad de la tierra. Los tecnicismos legales que indicaban que la cuestión quedaba pospuesta a la decisión de la futura asamblea constituyente, la devolución de parte de las tierras a los terratenientes y la expropiación por el Estado de las tierras ocupadas por los campesinos hasta la decisión de la asamblea produjeron la agudización de la desconfianza de las comunidades agrícolas, que veían estas acciones como meras maniobras que ocultaban la vuelta a la situación anterior a las revoluciones. Los abusos de los atamanes cosacos, teóricamente subordinados a Kolchak pero en la práctica a menudo fuera de su control, influyeron también enormemente en la hostilidad de muchos campesinos hacia el régimen de Kolchak que, con sus salvajes acciones punitivas contra los pueblos que se resistían a las levas o al pago de impuestos, empeoró la situación.
Tampoco fue buena la relación entre el régimen y las minorías de la región por el chauvinismo ruso de Kolchak, sus oficiales, y los políticos kadetes, opuestos a las ambiciones nacionalistas de las minorías, a las que opusieron en todo momento su ideal de una Rusia indivisible. Aunque de importancia secundaria en Siberia, la cuestión privó al Movimiento de importantes apoyos y frustró acuerdos con fuerzas nacionalistas como el Gobierno finlandés, dispuesto en el verano de 1919 a marchar sobre Petrogrado a cambio, entre otras condiciones, del reconocimiento oficial de su independencia, que Kolchak rehusó conceder.
La industria en la región era escasa. Las fábricas siberianas solían ser más pequeñas y antiguas que las de otras partes del país, tendían a centrarse en la explotación de las materias primas regionales y la producción de maquinaria, textiles, productos químicos o armamento era casi nula. El transiberiano empleaba casi a un tercio de los obreros y su mantenimiento dependía casi por completo de fábricas en manos de los soviéticos.
La relación del régimen con los sindicatos fue mala, siendo estos reprimidos militarmente, a pesar de que sus protestas eran en general de carácter económico y no político. El derecho de huelga fue prohibido. Ya antes de la toma de poder por Kolchak los trabajadores siberianos, que habían aceptado las insurrecciones contra los soviéticos inicialmente, se habían desilusionado con los nuevos Gobiernos: el periodo de Kolchak acentuó el descontento y las protestas. El Ministerio de Trabajo, en manos de un antiguo menchevique, era impotente para aplicar medida alguna o para frenar los abusos de los militares. El Ejército hubiese preferido la prohibición de los sindicatos, pero las relaciones con los Aliados impidieron que fuesen disueltos, a pesar de ser sometidos a dura represión.
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Kolchak rodeado por sus jefes militares
En parte el descontento de la población se debía a causas económicas: gran parte de los productos manufacturados se habían importado de otras regiones o del extranjero antes de la guerra civil e incluso los productos más esenciales habían aumentado extraordinariamente su precio ante la imposibilidad de importarlos usando el transiberiano, que se reservaba casi exclusivamente para uso militar. El problema de la distribución también incluyó a los alimentos, cuya falta afectó a la población de las ciudades, lo que facilitó la extensión de epidemias de tifus, escarlatina o gripe, que crecieron a lo largo de 1919. Las medidas del Gobierno para mejorar la situación de los trabajadores fueron tardías e insuficientes.
Otro grave problema del Gobierno fue la cantidad de refugiados que se concentraron en las ciudades, mal preparadas para acogerlos: Omsk pasó de unos 130.000 habitantes en 1917 a más de medio millón durante el gobierno de Kolchak. Aunque una minoría vivía en la opulencia, la mayoría se hacinaba en vagones de tren, hoteles repletos o chabolas en las afueras de la ciudad, en condiciones similares a los trabajadores.
El Gobierno, consciente del desafecto de los trabajadores debido a su incapacidad de suministrarles alimentos y combustible, fue incapaz de resolver la situación debido a diversos factores: la indiferencia del Ejército a las necesidades de los civiles, la ineptitud de la administración, la preferencia por la empresa privada frente a las más eficientes cooperativas locales, el aumento de la población o los problemas de transporte.
Inicialmente las fuerzas blancas de Kolchak obtuvieron notables éxitos, que ocultaron, no obstante, el desorden en el Ejército y la corrupción en la capital. Dado que Kolchak no dominaba el combate terrestre, dejó la mayoría de la planificación estratégica en manos del coronel Dmitri Lébedev, sin experiencia alguna de mando, promovido a general, y su Estado Mayor.
El ejército norte, al mando del checo Rudolf Gajda (desertor del Ejército austríaco), que avanzaba desde Ekaterininburgo desde noviembre, tomó Perm el 24 de diciembre de 1918 y, tras una pausa para reorganizarse, se desplegó desde esta base estratégica. El 3erEjército Rojo cedió alrededor de 200 km en un mes de combates librados a cerca de 35 grados bajo cero. Las unidades de Kolchak obtuvieron un sustancioso botín en la ciudad, tanto en prisioneros como en armamento y transporte, y el control de una importante fábrica de armamento. La victoria militar sirvió además para desviar la atención de las matanzas producidas por el levantamiento de los días anteriores en Omsk.
El alborozo inicial, sin embargo, pronto dio paso a mayor sobriedad cuando los soviéticos lograron capturar Ufá en febreo de 1919. Tras perder las ciudades industriales con fábricas de armamento, la toma de Ufá desbarató los intentos de impedir el acceso de los soviéticos a los Urales. A finales de enero éstos tomaron Uralsk y la estratégica ciudad de Oremburgo, que cortaba la conexión ferroviaria entre Samara y Taskent, derrotando para ello a los cosacos locales.
A los combates del invierno le sucedió la planificación de una nueva campaña que comenzó en marzo de 1919. El plan consistía en avanzar por tres frentes, establecidos a comienzos de enero.
    Kolchak había logrado reunir 112.000 hombres contra una fuerza de aproximadamente 100.000 soldados bolcheviques. La escasez de industrias en Siberia hizo que las unidades de Kolchak tuvieron que ser armadas, vestidas y abastecidas por los Aliados, principalmente por los británicos. A pesar de su número, las tropas de Kolchak eran a menudos levas de campesinos sin instrucción militar, alistados en sus unidades por la fuerza y muy jóvenes, condición favorecida por los oficiales para evitar a los veteranos de la guerra mundial, considerados favorables a los bolcheviques.
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    Levas de campesinos formando parte del ejército de Kolchak
    La ofensiva comenzó el 4 de marzo de 1919. Las unidades de Kolchak avanzaron unos 150 km a lo largo del ferrocarril Perm-Viatka. El 2.º Ejército Rojo fue rechazado hacia el Norte y perdió Ojansk, Osa y Sarapul en abril de 1919.
    En el centro, el Ejército Occidental rechazó el lento avance del 5.º Ejército Rojo y tomó Birks. Después continuó avanzando a lo largo de las líneas férreas Ufá-Samara y Ufá-Simbirsk, a la vez que tomaba Chístopol, camino de Kazán.
    En el Sur, la retirada del 5.º Ejército Rojo obligó a hacer lo mismo al 1.º para evitar ataques en su flanco izquierdo y evacuó Sterlitamak. Los cosacos tomaron mientras cortaron la línea férrea Oremburgo-Taskent y aislaron a las fuerzas soviéticas en Asia central.
    En menos de dos meses de ofensiva Kolchak había avanzado cerca de 300 km, aumentado la población bajo su gobierno en más de 5 millones de personas, tomado miles de prisioneros del Ejército Rojo y situado a sus unidades a menos de 100 km de Kazán, Samara o Simbirsk. Sus ejércitos habían logrado separar en dos al Grupo de Ejércitos Oriental soviético tras la toma de Chístopol, lo que dejó al 2.º y 3.er Ejércitos (al norte) aislados del 1.º, 4.º y 5.º (al sur). Con la excepción de un saliente en el Sur, Kolchak había recuperado prácticamente a finales de primavera las posiciones sostenidas por los checoslovacos en agosto de 1918.
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    La ofensiva de la primavera de 1919 del Ejército Blanco de Kolchak
    Las sublevaciones antibolcheviques en muchas ciudades facilitaron su avance. El recién formado Ejército Rojo demostró poca disposición para el combate, y se retiró permitiendo que los blancos avanzaran. Kolchak dominaba por entonces un territorio de más de 300.000 km², habitado por 7 millones de personas. En abril, el alarmado Comité Ejecutivo Central de los bolcheviques hizo de la lucha contra Kolchak su primera prioridad, lo que permitió que los soviéticos contasen en junio con una ventaja numérica de unos 20.000-30.000 hombres en el frente oriental.
    Sin embargo, según llegó el deshielo de primavera, la posición de Kolchak degeneró: sus ejércitos habían avanzado más allá de sus líneas de suministros, que estaban agotándose, y el Ejército Rojo estaba aumentando enormemente sus efectivos en la zona con el reclutamiento masivo de nuevas tropas. A finales de mayo de 1919 el número de efectivos del Grupo de Ejércitos Oriental se había triplicado hasta los 341.424 hombres y su armamento había aumentado también. Mijaíl Frunze llegó para tomar el mando del 5.º ejército soviético.

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