SERVUS HISPANIARUM REGIS



miércoles, 29 de junio de 2016

POMARE V, EL ÚLTIMO REY DE TAHITÍ

Pomare Arms.svg
Monograma del rey Pomare V
Diseño: Glasshouse

Pomare V (Teri'i Tari'a Te-Ra-tane), nació el 3 noviembre 1839. Fue el hijo de la reina Pomare IV.
Se convirtió en príncipe heredero (Ari'i-Aue) tras la muerte de su hermano mayor, el 13 de mayo de 1855. Subió al trono de Tahití a la muerte de su madre el 17 de septiembre de 1877. Su coronación tuvo lugar en Pape´ete, el 24 de septiembre 1877.
Se casó dos veces, primero el 11 de noviembre 1857 con Te-ma-ri´i-Ma´i-hara, princesa de Huahine, divorciándose de ella el 5 de agosto de 1861. Su segundo matrimonio fue con Joanna Marau-te-Ta´aroa (posteriormente conocida como Su Majestad la Reina Marau de Tahití), en Pape'ete el 28 de enero de 1875. También se divorció, en este caso, el 27 de julio 1887.
De sus matrimonios, Pomare V nacieron un hijo y dos hijas.
Le Chartier - Tahití et les colonias françaises de la Polinesia, página placa 0048.png
El Rey Pomare V
Tras el prolongado reinado de su madre, Pomare V se mostró poco interesado en los asuntos de un reino cada vez más mediatizado por la presencia colonial francesa. En 1880 el gobernador francés Chessé, respaldado por jefes tahitianos, le impulsó a abdicar en favor de Francia y terminó aceptando. Tahití, así como las demás islas del reino, perdían su soberanía. Sin embargo, Tahití será una colonia particular, puesto que todos los súbditos de la dinastía de los Reyes Pomares obtendrán de forma automática la ciudadanía francesa
El gobierno francés concedió al monarca abdicante una pensión y el grado de Oficial de las órdenes de la Legión de Honor y del Mérito Agrícola de Francia.

El 12 de junio de 1891 falleció, a causa de la cirrosis, en el Palacio Real de Pape'ete, y está enterrado en la Tumba del Rey, Utu'ai'ai en Arue.
Chants funèbres exécutés devant le palais royal à la mort de Pomare V.jpg
Funerales por el rey Pomare V

lunes, 27 de junio de 2016

LA BATALLA DE POLTAVA (1709)

Marten's Poltava.jpg
Representación de la batalla de Poltava
Después de las victorias suecas en 1700, Rusia y Dinamarca dejaron de ser un problema militar para Carlos XII de Suecia. Sin embargo, al monarca le era imposible finalizar la Guerra del Norte sin llegar a acordar la paz con Sajonia y Polonia. Durante este tiempo, Pedro I de Rusia aprovechó para reorganizar y armar un gran y moderno ejército, basándose en una infantería entrenada al modo occidental, logrando una paralizante victoria en Livonia y fundando además la ciudad de San Petersburgo. Como represalia, Carlos XII ordenó un golpe fatal al corazón de Rusia, con un ataque directo a Moscú.
En 1708 Carlos XII penetró en Rusia a la cabeza de un gran ejército. Las tropas del Zar rehusaron entablar un combate directo y, en vez de eso, adoptaron la táctica de tierra quemada, creando dificultades a los suecos.
El avance de Carlos XII dependía de una columna de abastecimiento y apoyo, al mando del general Adam Ludwig Lewenhaupt. Ésta consistía en unos refuerzos de 11.000 hombres, 16 cañones de artillería, numerosas cabezas de ganado para alimentación de la tropa y miles de carros que integraban el tren de bagajes. Las pésimas condiciones de las comunicaciones durante la primavera y el principio del verano en la llanura rusa, estación en la que se produce el deshielo combinado con las lluvias, hicieron intransitables los caminos y ralentizaron enormemente la marcha de la columna.
Sin comunicación directa entre las dos fuerzas, el rey Carlos XII aguardó la llegada de Lewenhaupt a unos 130 kilómetros, pero, desconociendo la distancia que le separaba de la columna de abastecimientos, la paciencia del soberano sueco se colmó y decidió dirigirse hacia el sur, hacia Ucrania, donde encontraría nuevos abastecimientos y un mejor clima. Ucrania, bajo el mando de Iván Mazepa, había establecido conversaciones con Carlos XII y era un fiel aliado de los suecos, de los que esperaba apoyo para lograr independizarse de Rusia.
El Rey Carlos XII de Suecia
El general Lewenhaupt, una vez cancelado el punto de reunión inicial cercano a Moscú, se dirigió también hacia Ucrania en busca de las fuerzas del rey sueco. En el vado del río Sozh, en las proximidades de una pequeña aldea (que daría nombre a esta batalla) fue atacado por un destacamento ruso (Batalla de Lesnaya). Sus fuerzas resistieron el hostigamiento de los rusos, pero sus oficiales y soldados quedaron sorprendidos por el hecho de que el reformado ejército ruso les mostraba su nueva capacidad para enfrentar una lucha con posibilidades de victoria. Lewenhaupt decidió reunirse a toda prisa con las tropas de Carlos XII, abandonando los cañones, el ganado y el resto de las provisiones, lo que ocasionó un motín entre sus tropas y la deserción (o desaparición) de 4.000 hombres. Apoderándose del alcohol abandonado, los soldados se emborracharon y Lewenhaupt se vio forzado a abandonar a cerca de 1.000 hombres bebidos en los bosques. El 19 de octubre de 1708, finalmente, alcanzaron a Carlos XII y la fuerza principal sueca; pero habían perdido los abastecimientos y solamente aportaban 6.000 hombres.
Mientras tanto, Carlos XII había reanudado su avance, pero su ejército se había reducido a casi la mitad, debido al hambre, a las congelaciones, las enfermedades y otros efectos climatológicos. El clima húmedo también había afectado seriamente a las reservas de pólvora; su artillería estaba prácticamente fuera de combate, debido a la carencia de munición. No obstante, con sus menguadas fuerzas y artillería, la siguiente acción de Carlos XII fue poner sitio a la fortaleza de Poltava en el río de Vorskla, en Ucrania. Pedro I, con el fin de contrarrestar el sitio de Poltava, organizó una gran fuerza para protegerla y fijó con gran rapidez una línea defensiva doble. Con esta defensa táctica (que recordaba el sitio de Alesia por César en 52 AC, donde a su vez fue sitiado por los galos) las fuerzas suecas quedaron confinadas entre los muros de la fortaleza y las líneas rusas envolventes.
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Pedro I el Grande, por Nattier
Cuando la batalla se inició, Carlos XII tenía cerca de 20.000 hombres, en tanto que Pedro I disponía de 45.000. Para empeorar la situación inicial de los suecos, Carlos XII fue herido en un pie por un francotirador ruso el 17 de junio, durante el sitio a la fortaleza y mientras inspeccionaba los puestos de avanzada suecos. Esta circunstancia le obligó a transferir el mando al mariscal de campo Carl Gustav Rehnskiöld. Planeó entonces romper las líneas rusas y escapar en dirección norte.
La batalla comenzó a las 3:45 de la madrugada del 28 de junio, antes de amanecer, con el avance de las tropas suecas contra las líneas fortificadas rusas. El planteamiento inicial de la acción ofensiva fue al modo tradicional, con los suecos mejor adiestrados atacando el flanco izquierdo y el centro de los rusos y conquistando algunas posiciones defensivas rusas. Los suecos parecían inicialmente poseer la ventaja, pero ésta fue anulada rápidamente.
Al amanecer, el día estaba ya muy cálido y húmedo, con el sol oscurecido por el humo de los cañones y el fuego de los mosquetes. Pedro I tenía un número considerablemente superior de soldados de infantería, lo que le permitió que, mientras atacaba a las fuerzas suecas con fuego graneado de artillería, numerosas unidades de infantes -que alcanzaban los 25.000 hombres- reforzaran el centro. Estas unidades se desplegaron aproximadamente a las 9:00 de la mañana, en el exterior de la fortificación, y fueron apoyados con 73 cañones pesados.
La infantería sueca, comandada por general Lewenhaupt, intentó atacar a la infantería rusa que tenía al frente. Pero el avance sueco pronto vaciló, y las pobres comunicaciones entre las líneas condujeron a una desorientación adicional entre las unidades suecas. Para empeorar las cosas, otra sección sueca, comandada por general Roos, quedó aislada en las trincheras defensivas rusas cuando una columna de cerca de 4.000 refuerzos rusos volvieron a ocupar las posiciones fortificadas, atrapando a Roos y su fuerza de 2.600 hombres. Con más de 1.000 bajas y con poca munición, Roos fue forzado a rendirse.
Al norte, el ataque sueco se debilitó cuando un contraataque ruso, comenzado a las 10:10 con una fuerza de caballería comandada por general Ménshikov, atacó el flanco derecho sueco aislando a su infantería. Ésta quedó frente a la infantería rusa del centro, comandada por Pedro I en persona.
A las 10:30 otra sección de caballería rusa, comandada por general Bauer, atacó el flanco y la retaguardia izquierda suecas, rompiendo sus líneas en 15 minutos.
Viendo la derrota de su ejército, Carlos XII ordenó la retirada a las 11:00 de la mañana. Al mediodía, la batalla había concluido, pues la caballería rusa había reagrupado a los extraviados y había vuelto a sus propias líneas.
Carlos XII reunió entonces el resto de sus tropas y el tren del bagaje, y se retiró al sur un poco más tarde el mismo día, abandonando el sitio de Poltava. Los rusos persiguieron a los suecos que se dirigían al río Dniéper, logrando tres días más tarde su rendición en Perevolochna, el 1 de julio de 1709.
Carlos XII logró atravesar el río Prut, junto con su guardia personal y algunos altos oficiales, dirigiéndose luego a la ciudad de Bender, en el Imperio Otomano, donde encontró refugio.
El día de la batalla de Poltava en el Imperio Ruso fue el 28 de junio de 1709, debido a que allí regía aún el calendario juliano, pero en los países que ya habían pasado al calendario gregoriano fue el 8 de julio.
Carlos XII e Iván Mazepa a orillas del Dniéper
Los prisioneros suecos fueron puestos a trabajar en la construcción de la nueva ciudad de San Petersburgo, mientras Carlos XII y Mazepa pudieron escapar con aproximadamente 1,500 hombres. El rey sueco pasó cinco años exiliado en tierras de la Moldavia otomana antes de poder volver a Suecia.

sábado, 25 de junio de 2016

CAPÍTULO GENERAL DE LA MAESTRANZA DE CABALLERÍA DE LA HABANA





En la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Madrid, se celebró el pasado día 17 de junio, el acto de investidura de los nuevos Caballeros y Damas de la Maestranza de Caballería de La Habana, bajo la presidencia de su Teniente de Hermano Mayor, Excmo. Sr. D. José Gonzalo Ruiz de Bucesta y Mora, Marqués de Monasterio.


La ceremonia comenzó con la bendición de las medallas por parte del capellán de la Maestranza, el Ilmo. Reverendo D. Roberto López-Campillo y Montero, y a continuación realizaron los juramentos de ingreso los nuevos Caballeros Maestrantes: D. Pedro Fernández de Córdova y Cascales, Marqués de Torre Alta; D. Antonio Sánchez de León y Cotoner; D. Arturo Llerandi y Morán; D. Javier de Llerandi e Inchaurza, D. Juan Pedro Álvarez de la Viña y Jiménez de Aragón; D. Ramón García-Gavito y Morillas; D. José María García-Gavito y Morillas; D. Luís de la Vega y Cárdenas; D. Luís de la Vega y Salazar, y D. Fernando de Benito y Alas. Seguidamente realizó el juramento el Maestrante de Hermandad, D. Claudio Chaqués y Ramón.
Continuaron con los juramentos de las Damas Maestrantes: doña María de los Dolores de la Campa y Alonso, y doña María Inés Fernández de Luanco y Muñiz, a las que siguieron las Damas de Hermandad: doña Carmen López Cerezano, y doña Bettina von Vöringer. 

Foto de familia de los Maestrantes

Tras la celebración de la Santa Misa, oficiada por don Roberto López-Campillo, todos los invitados se trasladaron a la Real Gran Peña de Madrid, donde el Secretario General D. Manuel María Rodríguez de Maribona y Dávila, pronunció un discurso que sirvió también de presentación del libro de su autoría “La Real Maestranza de Caballería de La Habana. Historia y Objetivos”, en el que resume al trayectoria de esta corporación fundada en 1709, y que se repartió a todos los presentes. 

A continuación don Alfredo Leonard, en nombre del Cuerpo de la Nobleza de Asturias, leyó unas palabras en homenaje a don Igor Ermolenko, jefe de protocolo de la Embajada de la Federación Rusa en España, que cesa en su cargo en los próximos días, y al que seguidamente don Manuel Rodríguez de Maribona entregó una placa de plata en agradecimiento por toda su labor en estos últimos años.

Asistieron entre otras personalidades, el Embajador de la Federación de Rusia, el Embajador de la República de Malta, el Duque de Sevilla, los Duques de Maqueda, los Condes de Cabra, don Carlos Franco y Suanzes, D. Mikhail Khodyankin, Primer Secretario de la Embajada Rusía, D. Farkas Vajkdon, de la Embajada de Hungría, D. Felipe de Grado y Gascón, don Manuel Ruiz de Bucesta, el Cónsul Andrey Dryakin don Juan Luna, doña María José Fourrat, doña Masoumeh Abdi, doña Nasrin Zhiyan, Dña. María Queipo de Llano, don Manuel Álvarez de Ron, don Gerardo Gómez de Valcárcel, doña Marta Gómez de Valcárcel y López Cerezano, don Francisco Obregón y don Justo Otero del Castillo. 
A continuación se sirvió un almuerzo a todos los asistentes.

Fuente: BLOG HERALDISTAS, heraldistas.blogspot.com.es que redacta y dirige nuestro buen amigo e insigne artista heráldico, Don Fernando Martínez Larrañaga, a quien agradecemos el envío de la información que hoy publicamos.

viernes, 24 de junio de 2016

REINAS CONSORTES DE ESPAÑA (VIII): MARÍA ISABEL DE BRAGANZA

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Armas de María Isabel de Braganza como Reina consorte de España
María Isabel de Portugal, (María Isabel de Braganza y Borbón), nació el 19 de mayo de 1797 en el Palacio Real de Queluz. Fue hija primogénita del rey Juan VI de Portugal y de su esposa, la reina Carlota Joaquina, hija del rey Carlos IV de España.
El matrimonio entre el rey Fernando y su sobrina Isabel de Portugal, celebrado en 1816, se decidió con el objetivo de reforzar las relaciones entre España y Portugal. Por el mismo motivo también se concertó el matrimonio entre el infante Carlos María Isidro, hermano del rey Fernando, con la princesa María Francisca de Portugal, hermana de Isabel.
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María Isabel de Braganza en un retrato Vicente López
La reina Isabel destacó por su cultura y afición por el arte. De ella partió la iniciativa de reunir las obras artísticas que habían atesorado los monarcas españoles y crear un museo real, el futuro Museo del Prado, que inaugurado el 19 de noviembre de 1819, un año después de su muerte.
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La reina María Isabel de Braganza en una escultura neoclásica de Álvarez Cubero
Foto: Luis García
El 21 de agosto de 1817, Isabel de Portugal dio a luz una hija que falleció a los cuatro meses.
La reina murió un año después, el 26 de diciembre de 1818, en el Palacio Real de Aranjuez, a causa de las complicaciones de su segundo parto que había venido precedido de un embarazo difícil. El alumbramiento fue extremadamente laborioso. En un momento dado la reina perdió el conocimiento sin recuperarlo y los médicos la creyeron muerta. Decidieron entonces practicarle una cesárea para extraerle el bebé, una niña muerta. Fue, a juzgar de los cronistas, una espantosa carnicería, en un cuerpo que aún vivía.
María Isabel de Portugal frente al Prado en 1829 por Bernardo López y piquer.jpg
La Reina María Isabel inspiró la creación de nuestro fantástico Museo del Prado
Los restos de Isabel de Portugal reposan en el Panteón de Infantes del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, no en el Panteón de los Reyes, ya que éste tradicionalmente ha quedado reservado a las reinas consortes que han sido madres de rey.

martes, 21 de junio de 2016

225 AÑOS DE LA FUGA DE VARENNES

Prieur - Arrestation de Luis Capeto (Detalle) .png
Privado de autoridad y de hecho materialmente prisionero por la evolución política de la Revolución Francesa, Luis XVI tuvo que sancionar los decretos emanados de la Asamblea Constituyente. La llamada Constitución Civil del Clero (por medio de la cual se subordinaba la Iglesia al Estado) hirió la conciencia y el orgullo del soberano. 
Desde el otoño de 1790, grupos de monárquicos comenzaron a planear su liberación. El Rey, incapaz de tomar una decisión comprometida, fue incitado por la propia reina María Antonieta a permitir plantearse la fuga de París.
El Rey y la reina erraban al medir cualitativa y cuantitativamente las causas que provocaron el estallido de la Revolución. Atribuían todos los infortunios al trabajo de una facción malévola, y creían que, si ellos podían escapar de París, una exhibición de fuerza de los Borbones, apoyados por los monarcas extranjeros, posibilitaría la restauración de su supremacía ante el pueblo. La Guardia Nacional de París trataba bien a la familia real y la protegió en muchas ocasiones de multitudes enfurecidas, pero estaban determinados a evitar su huída. Cuando Luis XVI intentó salir de las Tuillerías con dirección a Saint-Cloud en la Pascua de 1791, con el objeto de encontrarse con un sacerdote no juramentado (aquellos que no habían jurado la referida constitución civil), los miembros de la Guardia Nacional no lo permitieron. Mirabeau, que siempre había sido capaz de disuadir al Rey de buscar ayuda externa, había muerto el 2 de abril de 1971.
La fuga fue planeada y organizada por el conde sueco Hans Axel de Fersen, de quien se decía que era amante de la reina, así como los ojos, oídos y boca de Gustavo III de Suecia.
Aunque el plan estuvo bien organizado, se encontró con múltiples dificultades en los días en los que se llevaría a cabo. Originalmente Luis XVI partiría en un pequeño carruaje. Sin embargo, el monarca creía que él debería viajar en un carruaje hecho para reyes. Este carruaje habría despertado la curiosidad de cualquiera, lo que era la última cosa que la familia real deseaba. En segundo lugar, la familia expresó su deseo de hacerse acompañar por dos niñeras y el estilista de María Antonieta, Leonardo. La familia tuvo que retrasar su partida para tener a todos los que necesitaban con ellos. Al llevar a más personas de las necesarias, la familia era más difícil de ocultar.
Finalmente, en la noche de la fuga, la familia real, disfrazada, pasó al lado del Marqués de Lafayette. Si éste se hubiera percatado de quiénes pasaban a su lado, se habría dado cuenta de que trataban de escapar y los hubiera mandado arrestar inmediatamente. A pesar de todas las dificultades, la familia real fue capaz de emprender el viaje en su carruaje.
Manteniendo aparentemente una conducta inocua, y confiando a muy pocos sus planes secretos, en la tarde del 20 de junio de 1791 la familia real abandonó las Tuillerías, uno por uno, disfrazados. Un carruaje los esperaba en el bulevar para recogerlos en el camino hacia Châlons y Montmedy. Luis XVI dejó una declaración escrita quejándose del trato que había recibido y revocando su asentimiento a todas las medidas que habían sido tomadas.
Su desaparición fue descubierta a la mañana siguiente. Una enojada multitud que temía una invasión o una guerra civil acusó a Bailly, alcalde de París y al Marqués de Lafayette (jefe de la Guardia Nacional) de haber permitido la huida del Rey. Sin embargo, la Asamblea pronto controló la situación: incrementó su poder ejecutivo; encargó a Montmorin, ministro de Asuntos Exteriores, informar a las potencias europeas sobre sus intenciones pacíficas, envió comisionados para asegurar un juramento de las tropas a la Asamblea (en vez de al Rey) y ordenó el arresto de cualquiera que intentara huir del reino.
El Rey tuvo la mala fortuna de ser detenido, reconocido y arrestado en Varennes-en-Argonne en la tarde del 21 de junio de 1791. Los Guardias Nacionales le hicieron preso y las otras tropas presentes no hicieron nada para oponerse. Cuando Bouillé llegó a Varennes con tropas realistas, la cuestión estaba decidida y la familia real de regreso a París, bajo vigilancia.
Detención de Louis XVI y su familia, Varennes, 1791.jpg
Detención de la Familia Real en Varennes
Bouillé dejó al ejército y se las arregló para salir de Francia. El conde de Provenza, hermano de Luis XVI, que había planificado su salida del Francia más detenidamente, logró escapar a Bruselas, donde se unió a los émigrés.
Pétion de Villeneuve, Latour-Mabourg y Barnave, representando a la Asamblea, se encontraron con la familia real en Épernay y regresaron con ellos a París. Desde ese momento, Barnave se convirtió en consejero y partidario de la familia real.
Cuando llegaron a París, la multitud estaba en silencio. La Asamblea suspendió al Rey y mantuvo a la pareja real bajo custodia. Desde este punto en adelante, la posibilidad, no sólo de la deposición o de una forzada abdicación de este Rey, sino el establecimiento de una república, entraron al discurso político.
Jean Duplessis-Bertaux, Retour de Varennes. Arrivée de Louis Seize à Paris, le 25 juin 1791.png
Grabado mostrando el retorno a París de la Familia Real
Finalmente el rey fue perdonado, basándose en la ficción de que no se había fugado, sino que había sido «raptado». A cambio Luis XVI se vió obligado a jurar la Constitución de 1791, que instauraba jurídicamente en Francia la Monarquía Constitucional. Esta decisión de perdonar al rey ahondó las diferencias entre los «patriotas».
Ya no era posible pretender que la Revolución se había realizado con el consentimiento del Rey. Algunos republicanos exigieron su deposición, otros su juicio por traición a la patria en favor de los enemigos extranjeros del pueblo francés. La desconfianza mutua entre los monárquicos y los republicanos se fue ahondando, con la guerra contra Austria de por medio, hasta los sucesos de agosto de 1792 cuando se produjo el asalto a las Tuillerías y la deposición del monarca. Meses después, Luis XVI era condenado a morir en la guillotina, siendo ejecutado el 21 de enero de 1793. La reina María Antonieta sufriría su misma desgracia el 16 de octubre de 1793.

domingo, 19 de junio de 2016

IZADO SOLEMNE DE LA BANDERA NACIONAL EN MADRID



Con motivo del II Aniversario de la Proclamación de S.M. el Rey Felipe VI se realiza hoy, 19 de junio de 2016, a las 10 horas, un izado solemne de Bandera Nacional en la madrileña plaza de Colón.

Este tipo de izados se realizan con motivo de alguna festividad destacada como, por ejemplo, el día de San Isidro o El día de la Constitución.

También se realizan izados de bandera de tipo ordinario el tercer miércoles de cada mes.


¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!. ¡¡¡VIVA EL REY!!!

sábado, 18 de junio de 2016

ACTO INSTITUCIONAL DE LA H.N.M.E.


Hoy 18 de junio, en el marco del Gran Hotel de Albacete, tendrá lugar el Acto Institucional 2016 de la Hermandad Nacional Monárquica de España.
En su transcurso se entregarán, entre otras distinciones, las Grandes Cruces de la Orden a la Lealtad Monárquica, que en este caso recaerán en los Excmos Srs.; don Marcial Marín, Secretario de Estado de Educación, General don Francisco Grau, brillantísimo músico militar y don Antonio Galván, senador del PP por la Provincia de Badajoz.
Tras el acto de entrega, cena de gala, brindis por S.M. el Rey y baile.




viernes, 17 de junio de 2016

REINAS CONSORTES DE ESPAÑA (VII): MARÍA ANTONIA DE NÁPOLES

Coat of Arms of Maria Antonia of Naples and Sicily, Princess of Asturias.svg
Armas de María Antonia de Nápoles como Reina Consorte de España

María Antonia de Nápoles (María Antonia Teresa Amelia Juana Batista Francisca Gaetana María Ana Lucía) nació el 14 de diciembre de 1784 en el Palacio Real de Caserta, Reino de Nápoles. Era la hija menor de los reyes napolitanos Fernando IV y María Carolina de Austria, hija de la emperatriz María Teresa. Recibió ese nombre en honor a la hermana favorita de su madre, la desafortunada reina María Antonieta de Francia. 
María Antonia de Nápoles contrajo matrimonio con Fernando, Príncipe de Asturias, hijo de Carlos IV de España, el 10 de octubre de 1802 en la ciudad de Barcelona, al mismo tiempo que su hermano mayor, el príncipe heredero Francisco de Nápoles, se casaba con la infanta María Isabel de Borbón. 
Guiada por su madre desde Nápoles, María Antonia alentó a su esposo a enfrentarse a Manuel Godoy y a la reina María Luisa, con quien la Princesa mantuvo una mala relación personal, llegando a imponerle limitaciones en su vestuario y en sus desplazamientos por Palacio. Al mismo tiempo, la Princesa de Asturias buscó apoyo para la causa del príncipe Fernando en la Corte Española.
Un testigo la describió con las siguientes palabras: "la Princesa de Asturias es una digna nieta de María Teresa de Austria, y parece haber heredado su carácter así como sus virtudes."
Mujer poseedora de una notable educación, mantuvo siempre una gran afición por la cultura, especialmente por la literatura
Maria Antonietta Borbone Napoli 1784 1806.jpg
María Antonia de Nápoles en un retrato pintado por Vicente López
La princesa falleció prematuramente el 21 de mayo de 1806 en el Palacio Real de Aranjuez, a causa de la tuberculosis. Se estableció luto general en el reino por espacio de 6 meses. No tuvo hijos con Fernando porque dos embarazos (en 1804 y 1805) terminaron en abortos.
Hubo rumores por aquel entonces que decían que María Antonia murió envenenada por Manuel Godoy y la reina María Luisa, aunque todo indica que esto es falso. Sin embargo, su madre, la reina maría Carolina de Nápoles, estaba convencida de que María Antonia había sido envenenada.
Sus restos reposan en el Panteón de Infantes del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Princesa María Antonia de Naples.jpg

jueves, 16 de junio de 2016

LA CORONA DE ACERO VUELVE AL ESCUDO DE RUMANÍA

La histórica Corona de Acero

El reencuentro de Rumanía con su historia y la posibilidad de una restauración de su monarquía, han recibido un nuevo espaldarazo por parte del Parlamento de aquella nación latina.
En efecto, el pasado 8 de junio la Cámara de Diputados de Rumanía aprobó la reintroducción de la histórica Corona de Acero en su escudo nacional.
La iniciativa legislativa ya había sido aprobada por el Senado rumano el 15 de febrero de este año 2016. 
Todo ello significa que la heráldica de oficial de Rumanía volverá a recuperar un queridísimo símbolo, la Corona de Acero, que simboliza al Reino desde la guerra de independencia sostenida frente a los turcos en 1877. Dicha corona fue fundida con parte del acero de los cañones arrebatados a los otomanos en combate.

Actual escudo de Rumanía (izqda.) y escudo del Reino de Rumanía (dcha.)

Esta modificación heráldica, viene a sustituir la regulación existente en el país desde la aprobación de la Ley nº 102/1992 por la que se suprimió el escudo de la extinta República Socialista Rumana. 
Papel moneda y moneda metálica, escudos oficiales, membretes y todo tipo de elementos serán adaptados al reconquistado escudo rumano.

martes, 14 de junio de 2016

JUAN DE MIRALLES: BIOGRAFÍA DE UN PADRE FUNDADOR DE LOS ESTADOS UNIDOS

Como anticipo de lo que será su próximo libro, tenemos el privilegio de publicar hoy un artículo de nuestro admirado amigo, el Dr. Salvador Larrúa-Guedes, que gentilmente nos ha remitido, y en el que glosa la figura histórica de Juan de Miralles, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos de América; y la vital contribución española a la causa de esa independencia..

"Nadie desconoce que la independencia de los Estados Unidos se logró con ayuda extranjera. Realmente parecía imposible que los rebeldes de las Trece Colonias pudieran vencer a la poderosa máquina de guerra de Gran Bretaña. En un enfrentamiento los ingleses tenían una ventaja enorme, porque Inglaterra era una de las potencias mundiales más fuertes, y la población del reino alcanzaba los once millones, frente a los dos millones y medio de colonos de Estados Unidos, un quinto de los cuales eran esclavos negros. La armada británica o Royal Navy era la mayor del mundo y casi la mitad de sus buques participaron inicialmente en el conflicto con los nacientes Estados Unidos. El ejército era una fuerza profesional bien equipada y entrenada; hacia el año 1778, llegó a tener cerca de cincuenta mil soldados estacionados sólo en Norteamérica, a los cuales se añadieron 30.000 mercenarios alemanes en el transcurso de la guerra.
En cambio, los rebeldes tenían que empezar de cero. El Ejército Continental contaba con menos de cinco mil efectivos permanentes, apoyados por unidades de las milicias estatales de diferentes tamaños. En la mayoría de los casos estaban mandados por oficiales inexpertos y no profesionales. George Washington, el comandante en jefe, sólo había sido coronel de un regimiento en la frontera de Virginia y carecía de experiencia en combate. No sabía nada de mover grandes masas de soldados y nunca había dirigido un asedio a una posición fortificada. Muchos de sus oficiales habían salido de las capas medias de la sociedad: había posaderos convertidos en capitanes y zapateros en coroneles, como exclamó, asombrado, un oficial francés. Es más, “sucede con frecuencia que los colonos preguntan a los oficiales franceses qué oficio tienen en Francia”. No es de extrañar, pues, que los británicos pensaran que el ejército insurgente no era “más que una banda despreciable de vagabundos, desertores y ladrones” incapaces de rivalizar con los casacas rojas de Su Majestad. Tan grande parecía la diferencia entre ambos ejércitos, que un general británico llegó a decir que con mil granaderos podía “ir de un extremo a otro de Norteamérica y castrar a todos los hombres, en parte por la fuerza y en parte con un poco de persuasión”.
Esto significa que los rebeldes norteamericanos dependían del apoyo que pudieran recibir del exterior para conquistar la independencia de las Trece Colonias, y con esta victoria echar a andar la hermosa Constitución que ha servido de garantía para que nunca desaparezca de la faz de la tierra y se mantenga, en este país, el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
El apoyo vino de Francia y de España. Francia aportó todo un ejército que llegó a sumar 10.000 hombres, el apoyo de su Armada y grandes financiamientos. España hizo lo mismo, y en realidad mucho más, pero no se habla de la ayuda española. Parece como si Washington y sus tropas mal armadas y desentrenadas sólo hubieran contado con el apoyo de los franceses.
El apoyo de España fue enorme. Los dominios españoles de América compartían una larga frontera con los Estados Unidos. A través de Nueva España y Luisiana, se podía enviar socorros directos a Washington. La isla de Cuba, situada apenas a 90 millas de la Florida, era una inmensa base de operaciones desde donde se podían lanzar grandes ataques a los territorios británicos de Norteamérica, y La Habana contaba con un astillero donde se reparaban y artillaban los barcos de la recién nacida escuadra norteamericana. De Cuba iban a salir, además, docenas de corsarios que
iban a dañar definitivamente el comercio inglés con norte y sur América. Por otra parte, las colonias españolas tenían grandes agrupaciones de tropas, sobre todo en Nueva España, en Cuba y en Luisiana, que podían intervenir y efectivamente intervinieron en la guerra.
Sin embargo, no se habla de la colaboración española. En los textos escolares no se menciona. Los textos oficiales de historia la minimizan, si es que la mencionan…
Imaginemos que España no hubiera dado su aporte a la independencia de los Estados Unidos. Supongamos una España neutral porque Carlos III decidiera no intervenir y no declarara la guerra a Gran Bretaña en 1779. ¿Qué hubiera sucedido entonces? ¿Qué habría pasado sin las iniciativas de Bernardo de Gálvez? ¿Sin la ayuda que dio el Conde de Aranda en forma de suministros y armamentos? ¿Sin participación de Francisco de Saavedra, que ayudó a obtener en La Habana los financiamientos que hicieron posible la victoria de Yorktown? ¿Si el rey Carlos III no hubiera nombrado a Juan de Miralles como su delegado y agente diplomático extraordinario y plenipotenciario ante el Congreso Continental?
¿Si el Almirante español Luis de Córdova no hubiera apresado dos grandes escuadras inglesas en aguas europeas, una de 75 y otra de 26 embarcaciones, que suman 101 en total? ¿Si los españoles no hubieran retenido miles de soldados ingleses en Gibraltar y Centroamérica, que no podían lanzarse contra Washington?
¿Si una corriente ininterrumpida de armamentos, artillería, bayonetas, pólvora, municiones, tiendas de campaña, uniformes, medicinas y provisiones de boca y de guerra no hubieran nutrido y pertrechado a los voluntarios de Washington a través de La Habana y Nueva Orleans? ¿Si los agentes españoles no hubieran alzado a los indios aliados lanzándolos contra la retaguardia de los destacamentos ingleses o emboscando los convoyes de armas y municiones? ¿Si toda la extensión del imperio español en América no hubiera asegurado por tierra las fronteras de Norteamérica impidiendo cualquier maniobra de los ingleses?
¿Si la retaguardia de los rebeldes no hubiera quedado protegida por la costa del golfo al sur y por el Mississippi al oeste, que fueron tomadas por Bernardo de Gálvez, que conquistó los fuertes ingleses de Manchac, Panmure, Natchez, Fort Bute, Mobila y Pensacola movilizando 7,000 soldados de los regimientos de España y de Cuba? ¿Si el Mar de las Antillas hubiera sido controlado por los ingleses, y las grandes islas españolas de Cuba y Puerto Rico, alejadas de la contienda, no hubieran colaborado con los rebeldes norteamericanos? ¿Si España no hubiera tomado Manchac, Natchez, Panmure, Fort Bute, New Richmond, Baton Rouge, Mobila y Pensacola? ¿Si el Mariscal de Campo Cajigal no hubiera tomado las Bahamas y ocupado New Providence? ¿Si los corsarios españoles y cubanos no hubieran destruido el comercio y los suministros apoderándose de miles de barcos mercantes británicos, más de 3500 mercantes ingleses apresados durante la contienda? ¿Si el reino de España y sus colonias de la isla de Cuba, la Luisiana y Puerto Rico no hubieran puesto en acción miles y miles de combatientes, y sus escuadras para luchar contra Inglaterra por tierra y por mar?
Las respuestas son tajantes y no admiten réplica. Definitivamente, Francia y Estados Unidos no hubieran ganado la guerra. George Washington, sus congresistas y sus generales, sólo con el apoyo de los franceses Lafayette, Rochambeau, el caballero de Luzerne y y el Conde De Grasse, el
alemán Von Steuben y el polaco Tadeusz Kosciuszko; no hubieran obtenido la victoria final. Hacía falta el coraje de los Mariscales de Campo Bernardo de Gálvez y de Juan Manuel Cajigal, los barcos de la Armada Real al mando de los Almirantes Luis de Córdova y José Solano, los trabajos de retaguardia realizados por Francisco Rendón y Francisco Bouligny, y no podía faltar la red de agentes de Juan de Miralles y sus gestiones personales, o la astucia de Fray Antonio de Sedella y el apoyo de Diego Gardoqui, ni la solidaridad de los comerciantes de La Habana que en seis horas completaron más de un millón de libras tornesas para que se pudieran pagar tropas y suministros y vencer en la batalla de Yorktown, con una suma de dinero que bastaba para sostener durante cuatro meses un ejército de 5.000 hombres, ni el flujo constante de material de guerra y de dinero que España hizo llegar a los voluntarios y las milicias de Washington.
En este libro se ha utilizado una copiosa bibliografía pero su mayor valor histórico reside en la base documental, además de documentos procedentes de Archivos españoles y cubanos, además de documentos inéditos, desconocidos hasta el presente, que aclaran muchos aspectos y desecan lagunas que han quedado como interrogantes o como afirmaciones escasamente fundadas en historias anteriores, además de ofrecer nuevas informaciones.
El resultado es el relato de la vida de un hombre que puso todo el poder de su inteligencia, toda la energía de su espíritu, la fuerza de su cuerpo e incluso su vida y su fortuna personal, para que los rebeldes norteamericanos pudieran alcanzar la victoria, y las grandes razones que tuvo para ello: la lealtad a su Patria, España, el afecto a sus grandes amigos norteamericanos, a los que entregó incluso su fortuna, y el deseo de derrotar al sempiterno enemigo inglés, al que combatió siguiendo el ejemplo de sus padres y abuelos.
Esta obra presenta, sobre todo, una verdad incontrovertible: la ayuda de España y sus colonias fue imprescindible para que las Trece Colonias conquistaran su independencia. Y en gran parte, esa ayuda dependió de un solo hombre: Juan de Miralles Traillon, el valioso agente del rey Carlos III ante el Congreso Continental y el propio George Washington, quien fue un personaje fascinante, un hombre clave que supo crear condiciones, coordinar acciones, y que por sus esfuerzos, sacrificios, disponibilidad y servicios más que extraordinarios, debe tener un sitio propio entre los Padres Fundadores de esta gran nación.
Sin embargo, en los Estados Unidos sólo existió un hombre capaz de valorar la dimensión completa de Juan de Miralles, y este hombre fue un ser humano de talla excepcional llamado George Washington, su gran amigo, quien en todo momento dio pruebas indiscutibles de su agradecimiento y de su inmensa amistad.
Sea este libro un acto de justicia, para Juan de Miralles y su amadas Patrias, España y Cuba, que sus páginas den cuenta de la verdad histórica y ayuden a conservar el recuerdo de sus hechos heroicos en este país que en gran medida fue libre por su esfuerzo, para futura memoria."
Dr. Salvador Larrúa-Guedes
En Miami, Florida, 9 de junio de 2016

lunes, 13 de junio de 2016

VLADÍMIR KÁPPEL, UN GENERAL BLANCO PARA LA HISTORIA

General Kappel.jpg

Vladímir Óskarovich Kápel o Káppel (Влади́мир О́скарович Ка́ппель) nació el 28 de abril de 1883 en San Petersburgo. 
Kápel nació en el seno de una familia sueco-rusa. Se graduó en el 2.º Cuerpo de Cadetes de San Petersburgo y, más tarde, en la Academia de Caballería Nikoláyevskoye y en la General
Durante la Primera Guerra Mundial fue capitán en el 347.º Regimiento de Infantería del Primer Ejército Imperial Ruso. 
Tras la Revolución de Febrero de 1917, siguió mostrándose partidario de la monarquía y observando con preocupación la influencia de los bolcheviques.
Tras la toma del poder por Lenin en octubre de 1917, Kápel se unió al Ejército Blanco, con el que opera desde junio de 1918 y, a partir de diciembre de 1919, será comandante en jefe de las fuerzas del almirante Alexandr Kolchak. Tanto los partidarios como los aliados del general, fueron conocidos como «Kápelevtsy». 
En las fuerzas antibolcheviques comandó el Ejército de Komuch, el 1º Escuadrón del Volga, el 2º Escuadrón de Ufá y el Ejército del Oeste. El general ya era Caballero de 4ª clase de la Orden de San Jorge y en la de San Vladimiro; y caballero de 2ª clase en la Orden de Santa Ana y en la de San Estanislao. Tras el asesinato, disfrazado de legalidad, del almirante Kolchak en Irkutsk. sus hombres se vieron obligados a iniciar una marcha invernal hacia Chitá, conocida como la « Gran Marcha Helada Siberiana» y de cuya condecoración ya hablamos hace tiempo en "Salón del Trono".
El 26 de enero de 1920, Kápel falleció por congelamiento en Nizhneúdinsk.
Sus soldados llevaron consigo su cuerpo hasta la ciudad china de Harbin, donde fue enterrado. La llegada al poder de Mao Zedong en Cina, provocó que sus restos fueran repatriados hasta Irkutsk.
Finalmente, el 13 de enero de 2007, los restos de Kápel fueron llevados hasta el Monasterio Donskói de Moscú y su figura rehabilitada por el gobierno de la Federación Rusa.

viernes, 10 de junio de 2016

REINAS CONSORTES DE ESPAÑA (VI): MARÍA LUISA DE PARMA

Coat of Arms of Maria Luisa of Parma, Queen Consort of Spain.svg
Armas de María Luisa de Parma como Reina Consorte de España
Diseño: Heralder.

María Luisa de Parma, nació en la capital del Ducado, el 9 de diciembre de 1751Era hija de Felipe I, duque de Parma y de la princesa Luisa Isabel de Francia, hija del rey Luis XV. Por lo tanto, María Luisa era nieta de Luis XV de Francia, hermana de Fernando I de Borbón-Parma y también prima carnal de los reyes franceses Luis XVI, Luis XVIII y Carlos X.
Según muchos historiadores, recibió una educación discutible, bajo influencia del controvertido abad Étienne Bonnot de Condillac, quien defendía ciertas libertades en cuanto a moralidad que en aquella época resultaban impropias de las damas nobles.
María Luisa de Parma retratada en 1765 por Rafael Mengs
En 1765 contrajo matrimonio con el Príncipe de Asturias, futuro Carlos IV; siendo los contrayentes primos carnales por vía paterna y parientes cercanos por la vía materna de María Luisa.
En 1788 se convirtió en reina consorte de España tras producirse la muerte de su suegro el rey Carlos III y ser jurado como rey de España su esposo, Carlos IV.
María Luisa de Parma ejerció una gran influencia sobre su marido. 
De carácter caprichoso, llegó a participar en numerosos episodios por los que fue considerada, ya en su época, una mujer intrigante y, para muchos, depravada. Sufrió un ostensible deterioro físico por los numerosos embarazos y partos, lo que le dio un semblante poco grato que aumentó su impopularidad. Ella, sin embargo, estaba orgullosa de sus brazos torneados y procuró embellecerse con joyas y costosos vestidos de manga corta importados de París, tal como atestiguan diversos retratos de Goya.
María Luisa y Carlos IV tuvieron catorce hijos en trece embarazos (aparte de estos, la reina tuvo 10 embarazos más que acabaron todos en abortos espontáneos, lo cual suma un total de 23 embarazos). De ellos, siete llegaron a la edad adulta.
La familia de Carlos IV, por Francisco de Goya
Estuvo enfrentada con numerosos miembros de la Corte española del momento. Destacó la rivalidad que mantuvieron la Reina y la duquesa de Alba, musa de Goya. También tuvo desavenencias con la duquesa de Osuna. Entre los numerosos amantes atribuidos a la reina María Luisa destaca Manuel Godoy, antiguo miembro de la Guardia de Corps, que alcanzó una influencia política muy notable como valido de Carlos IV.
La firma del Tratado de Fontainebleau (1807), aceptado por Godoy, provocó la entrada del ejército francés en España con teórico destino a Portugal. Se fue extendiendo el descontento entre la población y se organizó una conjura en la que tomó parte el príncipe de Asturias, Fernando, futuro Fernando VII (Conspiración de El Escorial). 
El 17 de marzo de 1808 tuvo lugar el Motín de Aranjuez, que logró la caída de Manuel Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando, que se convirtió en Fernando VII. 
Napoleón Bonaparte, decidido a eliminar a los Borbones del trono de España logró atraerse a padre e hijo a la ciudad francesa de Bayona. Allí Fernando VII devolvió la corona a Carlos IV y éste se la cedió a Napoleón. Fueron las infamantes Abdicaciones de Bayona del 5 de mayo de 1808.
María Luisa acompañó a su marido al destierro, primero en Francia, confinados por Napoleón en Compiégne, y posteriormente en Roma, residiendo en el Palacio Barberini, donde falleció, el 9 de diciembre de 1819. Diez días después fallecía también Carlos IV.
Su hijo Fernando VII, restaurado en el trono de España tras Guerra de Independencia, ordenó el traslado de los restos de sus padres para ser enterrados en el Panteón de los Reyes del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
La reina María Luisa en un retrato de Goya
Estuvo a la cabeza de la Real Orden de las Damas Nobles de María Luisa, creada a instancias suyas, en 1792.
Ha sido uno de los miembros más impopulares de la realeza española a lo largo de la historia, aunque hoy en día se tiende a matizar la leyenda negra que ensombreció su reputación en el siglo XIX.
María Luisa de Parma es considerada como la última reina española del Antiguo Régimen.

martes, 7 de junio de 2016

LA MEDALLA CONMEMORATIVA DEL 350 ANIVERSARIO DEL REGIMIENTO DE INFANTERÍA "ASTURIAS" Nº 31


Por su extraordinaria relevancia en el campo de la falerística española, reflejamos en el día de hoy la entrada que nuestro querido amigo don Fernando Martínez Larrañaga ha publicado (05/06/16) en su prestigioso blog heraldistas.blogspot.com.es, al tiempo que le felicitamos efusivamente por la concesión a su persona de esta bella e histórica distinción.
El Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias haciéndose eco de la importancia y significación que supone celebrar el 350 Aniversario de la Fundación del “Regimiento de Asturias”, y después de escuchar las propuestas de la “Comisión Rectora del 350 aniversario”, ha deliberado en base al significado histórico de esa Unidad y por su trayectoria profesional, para mejor recuerdo de los hechos memorables acaecidos a lo largo de su profunda y dilatada historia, como también con el deseo de perpetuar su recuerdo, es por lo que venimos a decretar la creación de la Medalla Conmemorativa del 350 Aniversario de la Fundación del Regimiento de Infantería Asturias n.º 31, bajo los siguientes puntos:


Artículo 1.º Se declara la creación de la condecoración “Medalla Conmemorativa del Regimiento de Asturias”, instituida por una Comisión Rectora conforme al “350 Aniversario” y acuñada a sus expensas.


Artículo 2.º La medalla se establecerá en una única categoría. También podría lucirse mediante cintas-divisas o “corbatas” para las enseñas, así como en forma de “Placa de Honor” para las personas jurídicas que no cuenten con el uso de bandera.


Artículo 3.º La medalla se colocará pendiente de una cinta de color azul de 31 mm de ancho, como el color del paño de la bandera del Principado de Asturias, en recuerdo de la tierra por la que quedó instituido; con sendas listas de color rojo carmesí (color de la Infantería), próximas a sus cantos, que se aferrara por su parte inferior a una anilla horizontal y por la superior a una hebilla-prendedor, ambos del mismo metal que la medalla, siendo de 5 cm, la parte vista.


Artículo 4.º La medalla será otorgada por la creada Comisión de la Medalla Conmemorativa del Regimiento de Infantería Asturias n.º 31, que estará compuesta por representantes del Cuerpo de la Nobleza de Asturias y de la “Comisión Rectora del 350 Aniversario”, librándose para cada caso el correspondiente diploma acreditativo. Todas las concesiones deberán de ser registradas en un libro al efecto. Las solicitudes se realizarán a través del Cuerpo de la Nobleza de Asturias o de la Comisión Rectora del 350 Aniversario, quienes, tras justificar el derecho del pretendiente, lo elevarán para su concesión. La Comisión de la Medalla Conmemorativa del Regimiento de Infantería Mecanizada Asturias n.º 31 estará compuesta por un total de hasta quince personas, teniendo la Presidencia D. Francisco de Borbón, duque de Sevilla y Grande de España, Vicepresidencia el Sr. Coronel Jefe del Regimiento de Infantería Mecanizada Asturias n.º 31, Secretario D. Manuel Luis Ruiz de Bucesta y Álvarez, Vicesecretario D. Manuel María Rodríguez de Maribona y Dávila, y Vocales el Sr. Suboficial Mayor del Regimiento, D. Arturo Llerandi y Morán, D. Jesús Dolado Esteban, el Conde de Carrión de Calatrava, D. Alfredo Leonard y Lamuño de Cuetos, D. Demetrio Peña Espinosa de los Monteros, el marqués de Torre Alta, D. Eduardo Robles Esteban, D. Claudio Chaqués y Ramón, D.ª Concepción Fernández Jiménez, y D. Manuel Queypo de Llano y González.
Artículo 5.º Dentro de las condiciones especiales de la citada Medalla Conmemorativa, se acuerda que podrán hacer uso de ella:


• Corporaciones Municipales de los Ayuntamientos de Oviedo, Teverga, Gijón, Avilés, Puerto de Vega, Tres Cantos y San Sebastián de los Reyes.
• Descendientes de los tres Maestres de Campo (Sancho de Miranda y Ponce de León, Francisco Meléndez de Avilés y Porres y Álvaro de Navia Osorio y Vigil) así como de su primer coronel D. Sebastián Eslava, Marqués de la real defensa.
• El actual Coronel del Regimiento de Infantería Mecanizada Asturias n.º 31 y sus antecesores, los Ttes. Coroneles Jefes del Batallón Covadonga y los Jefes de la Plana Mayor.
• Los Jefes, Oficiales y suboficiales del Regimiento de Infantería Mecanizada “Asturias” n.º 31 y asimilados.


• Los Suboficiales Mayores de la Unidad.
• Los Delegados del Gobierno y Defensa en Oviedo en el momento de la realización de los actos conmemorativos.


• Los miembros de la Comisión Organizadora de los actos conmemorativos del “350 Aniversario”.
• La Tropa, sus Clases y asimilados, que acrediten haber formado parte del Regimiento de Infantería Mecanizada “Asturias” n.º 31.
• Cualquier otro que a juicio de la Comisión de la Medalla Conmemorativa del Regimiento de Infantería Mecanizada Asturias n.º 31, acrediten suficientes méritos.
Artículo 6. A los efectos de la concesión a los descendientes de los fundadores del Regimiento, aquellos deberán acreditar de forma suficiente y documental dicha relación. el presente acuerdo se publicará en el Boletín Oficial del Principado de Asturias, para general conocimiento.


Oviedo, a 3 de febrero de 2016. — El Consejero Magistral.—El Canciller Secretario.



Y en consecuencia, habiéndose realizado ya los troqueles y las primeras insignias, las personas deseen recibir esta Medalla, pueden dirigirse al Excmo. Sr. Duque de Sevilla, bien por carta dirigida al Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, por mensaje al correo electrónico cuerponobleza@gmail.com. A la instancia de solicitud habrán de unir una relación de sus méritos y servicios.


lunes, 6 de junio de 2016

GUIDORICCIO DA FOGLIANO, UN CONDOTTIERO PARA LA GLORIA DE SIENA

Armas de Guidoriccio da Fogliano
Diseño: Mess

Guidoriccio da Fogliano o Guido Riccio da Fogliano, nació en Reggio Emilia hacia 1290. Hijo de Niccoló, pertenecía a la noble familia reggiana de los Da Fogliano. Pronto comenzó a asumir misiones políticas y militares en su ciudad natal, cuya Signoria detentaba su familia desde 1306.
En 1327 se pone a sueldo de Siena, que intentaba expandir su control territorial sobre las regiones de la Maremma y de la Amiata, en detrimento de sus enemigos pisanos y de la casa de los Aldobrandeschi. 
En julio de 1328, al frente de las tropas sienesas (900 caballeros y 6.000 infantes), tomó la plaza de Montemassi, defendida por Castruccio Castracani, tras haberla sometido a un asedio de siete meses. En ese mismo tiempo conquistó Sassoforte. 
En agosto de 1331 conquistó para il Comune di Siena, las plazas de Scansano, Arcidosso y Massa Maritima
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Una fortaleza con los estandartes de Siena (izquierda) y Da Fogliano (derecha)

En 1332 venció en Giuncarico a los pisanos, pero al año siguiente fue detenido en Siena acusado de haber quebrantado los acuerdos con la ciudad estado. Lo más probable es que se tratara de un acto de envidia y de temor ante el poder que Guidoriccio estaba acumulando.
Consiguió escapar a su Reggio Emilia natal, donde residió hasta la conquista de la ciudad por los Gonzaga en 1335.
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Detalle del famoso fresco que representa a Guidoriccio da Fogliano

Junto a su hermano se trasladó al norte para entrar al servicio de los Scaligeri de Verona. En 1337 Guidoriccio da Fogliano se convertirá en podestá de la ciudad de Padua.
Caerá prisionero de los paduanos y luego de los venecianos en diferentes momentos de lucha. Una vez liberado participó en numerosas comisiones para lograr la paz entre las diversas ciudades y signorie: Verona, Bolonia, Ferrara, Mantua...).
En 1348 fue nombrado podestà de Verona, y en 1351 fue reclamado por Siena, ciudad en la que falleció el 16 de junio de 1352. Fue sepultado en la iglesia de San Domenico con solemnes funerales de estado pagados por la ciudad.
Podría ser la biografía de un condottiero más, pero su figura ha pasado a la historia gracias a un famoso fresco, atribuido a Simone Martini, y que se conserva en el Palacio Público de Siena, donde aparece representado durante el asedio de Montemassi.
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