miércoles, 15 de marzo de 2017

CENTENARIO DE LA ABDICACIÓN DE NICOLÁS II

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Armas personales del Zar
Diseño: Katepanomegas
Rusia conmemora en este 2017 el centenario de la Revolución de 1917, acontecimiento decisivo en la historia de la humanidad por las consecuencias locales y globales que tal sucesión de vertiginosos acontecimientos provocó.
La visita al país de los zares de la Gran Duquesa María y su hijo y su encuentro con Vladimir Putin, pueden suponer un intento de reconciliación con un pasado sangriento que transformó la Santa Rusia en el imperio de los soviets.
Tras el asesinato de Rasputín, acaecido el 30 de diciembre de 1916, el gobierno zarista empezó a desintegrarse con enorme rapidez. Las sucesivas derrotas rusas en la Primera Guerra Mundial, el desabastecimiento, el hambre, la desmoralización de la población, el incremento de la propaganda revolucionaria; fueron causas decisivas a la hora de provocar la Revolución de Febrero de 1917.
La huelga de la fábrica de armamentos Putilov acabó degenerando en una huelga general en Petrogrado a la que se fueron sumando diversos colectivos hasta paralizar la ciudad.
El 23 de febrero de 1917 (calendario juliano), la población de Petrogrado, empezó a romper escaparates para conseguir pan y otras alimentos. En las calles, las banderas rojas aparecieron y las multitudes gritaban "¡Abajo la mujer alemana! (refiriéndose a la zarina)¡Abajo la guerra! ¡Abajo el zar!"
Manifestación de mujeres en Petrogrado
La policía comenzó a disparar desde los tejados y los disturbios se multiplicaron. Las tropas de la capital estaban poco motivadas y sus oficiales no tenía ninguna razón para ser fieles al régimen. Enojados y llenos de fervor revolucionario, se pusieron del lado de la población.
El Gobierno pidió al Zar que regresara desde el frente a la capital. Nicolás II se puso en marcha y ordenó que se tomaran duras medidas contra los manifestantes. 
Pero como vimos, la guarnición de Petrogrado ya no estaba dispuesta a obedecer. Las mejores tropas rusas del antiguo ejército regular habían sido destruidas en  en Polonia, Bielorrusia y Galitzia. En Petrogrado, 170.000 reclutas, todos ellos chicos del campo y hombres mayores de los suburbios obreros de la propia capital, quedaron para mantener el control bajo el mando de oficiales heridos inválidos y cadetes de las academias militares. Las unidades de la capital, aunque conservaban los nombres de famosos regimientos de la Guardia Imperial, eran en realidad meras sombras de su glorioso pasado. Muchas unidades carecían de armamento y, en ocasiones, ni siquiera habían recibido una formación militar adecuada.
El General Khabalov intentó cumplir las instrucciones del Zar en vigor en la mañana del domingo, 11 marzo de 1917 (calendario gregoriano). A pesar de enormes carteles que ordenaban a la gente mantenerse fuera de las calles, grandes multitudes se reunieron y sólo se dispersaron después de unos 200 fueran muertos a tiros. Unidades del Regimiento Volinsky dispararon al aire en lugar de a los manifestantes. Fuerzas del Regimiento de la Guardia Pavlovsky llegaron a disparar contra sus oficiales. 
Nicolás II, informado de la situación en la capital, ordenó el envío de refuerzos y decretó la suspensión de la Duma. Demasiado tarde.
El 12 de marzo, el Regimiento Volinsky se amotinó y fue seguido rápidamente por el Semenovsky, el ismailovski, el Litovsky e incluso el legendario Regimoento Preobrazhensky de la Guardia Imperial, el regimiento más antiguo y más leal fundado por Pedro el Grande. El arsenal fue saqueado, el Ministerio del Interior, el Gobierno Militar, sede de la policía, los tribunales de justicia y una veintena de edificios de la policía fueron incendiados. Al mediodía, la fortaleza de Pedro y Pablo, con su artillería pesada, estaba en manos de los insurgentes. Al caer la noche, 60.000 soldados se habían unido a la revolución.
Revolucionarios en Petrogrado
Los miembros de la Duma y del Soviet formaron un Gobierno Provisional para tratar de restablecer el orden. Publicaron una petición para que Nicolás II abdicara a la que se sumaron sus generales ante la imposibilidad de contar con tropas leales. Con la Familia Imperial custodiada por el Gobierno Provisional y temeroso de desatar una guerra civil que abriera definitivamente el camino a la conquista alemana, Nicolás II no tuvo más remedio que someterse.
La monarquía derribada en Rusia
El 15 de marzo (calendario gregoríano), hace hoy 100 años, Nicolás II firmó su acta de abdicación. En primera instancia lo hizo en favor de su único hijo varón, Alexei, pero unas horas más tarde cambió de opinión tras el consejo de los médicos, quienes le aseguraron que el Zarevich, hemofílico y de frágil salud, no iba a vivir mucho tiempo, separado de sus padres, que se verían obligados a exiliarse. 
Abdicación de Nicolás II
Por tanto, Nicolás II abdicó también en nombre de su hijo, y elaboró un nuevo manifiesto por el que cedía el trono a su hermano, el gran duque Miguel, como el próximo emperador de todas las Rusias.
"En los días de la gran lucha contra los enemigos extranjeros, que durante casi tres años han tratado de esclavizar a nuestra patria, el Dios Nuestro Señor ha tenido a bien permitir que Rusia se halle en una muy crítica situación. Disturbios populares amenazan con tener un efecto desastroso sobre el desarrollo futuro de esta guerra persistente. El destino de Rusia, el honor de nuestro heroico ejército, el bienestar de la gente y todo el futuro de nuestra querida patria, demandan que la guerra debe ser llevada a una conclusión victoriosa a cualquier precio. El cruel enemigo está haciendo sus últimos esfuerzos, y ya se acerca la hora en que nuestro glorioso ejército, junto con nuestros valientes aliados lo aplastará. En estos días decisivos en la vida de Rusia, pensamos que es nuestro deber de conciencia, facilitar a nuestro pueblo la unión más estrecha posible, y la consolidación de todas las fuerzas nacionales para la consecución rápida de la victoria. De acuerdo con la Duma Imperial hemos decidido renunciar al trono del Imperio Ruso y al poder supremo. Como no deseamos que me suceda nuestro amado hijo, transmitimos la sucesión a nuestro hermano, el gran duque Miguel Alexandrovich, y le damos nuestra bendición para subir al trono del Imperio Ruso... En el nombre de nuestra amadísima tierra natal, llamamos a nuestros fieles hijos para que cumplan con su deber sagrado hacia la patria, y que obedezcan al nuevo zar en las reformas nacionales necesarias, y que lo ayuden, junto con los representantes del pueblo, para que guíe al Imperio Ruso en el camino a la victoria, el bienestar, y la gloria. Que Dios Nuestro Señor ayude a Rusia! 
NICOLÁS"
Pero el Gran Duque Miguel se negó a aceptar el trono hasta que los rusos se pronunciaran mediante el voto a través de una Asamblea Constituyente, que sería la que tendría que decidir la continuidad de monarquía o la proclamación de una república. 
La abdicación de Nicolás II y la posterior revolución bolchevique supusieron el fin de tres siglos de dominio de la dinastía Romanov.
Nicolás II bajo vigilancia en Tsarskoye Selo (1917)

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